(Verona, 21 de agosto de 1862 - Turín, 25 de abril de 1911) fue un escritor y periodista italiano. Escribió principalmente novelas de aventuras, ambientadas en los lugares más variados, como Malasia, el Mar Caribe, la selva india, el oeste de Estados Unidos e incluso los mares árticos. Creó personajes que alimentaron la imaginación de millones de lectores. Tal vez el más conocido de sus personajes sea el pirata Sandokán. En los países de habla hispana, su obra fue particularmente popular, por lo menos hasta hace un par de generaciones.
milio Salgari nació en Verona el 21 de agosto de 1862 en el seno de una familia de pequeños comerciantes. En 1878 comenzó sus estudios en el Real Instituto Técnico Naval "P.Sarpi", en Venecia, pero no llegó a obtener el título de capitán de gran cabotaje. Su experiencia como marino parece haberse limitado a unos pocos viajes de aprendizaje en un navío escuela, y un viaje posterior, probablemente como pasajero, en el barco mercante "Italia Una", que navegó durante tres meses por el Adriático, atracando en el puerto de Brindisi. No hay evidencia alguna de que realizase más viajes, aunque el propio autor así lo afirma en su autobiografía, declarando que muchos de sus personajes están basados en personas reales que conoció en su vida como marino. Salgari se daba a sí mismo el título de "capitán" e incluso firmó con él algunas de sus obras.
La primera publicación de Salgari fue el relato breve I Selvaggi della Papuasia, que apareció por entregas en el periódico milanés La Valigia desde el mes de julio de 1883. También en 1883 se inició en el periódico veronés La Nuova Arena la publicación de su primera novela, Tay-See, que vería después la luz como volumen independiente con el título de La Rosa del Dong-Giang. En octubre del mismo año comenzó a publicarse El tigre de Malasia, primera versión de la novela inaugural del ciclo de Sandokán, que se editaría posteriormente con el título de Los tigres de Mompracem, con algunos cambios. La primera novela en publicarse de forma independiente fue La favorita del Mahdi, en 1887.
Gracias al éxito de sus obras, consiguió un puesto como redactor fijo en La Nuova Arena que mantuvo hasta 1893. Por entonces tuvo lugar un curioso incidente: ofendido por haber sido llamado "mozo" en un artículo por el periodista Giuseppe Biasioli, lo desafió a duelo. Como resultado, Biasioli tuvo que ser hospitalizado y Salgari pasó seis meses en la cárcel.
En 1889 se suicidó el padre de Salgari, siendo el primero de una impresionante cadena de suicidios familiares que incluye el del propio escritor (1911), el de su hijo Romero (1931) y el de su otro hijo Omar (1963). En enero de 1892 contrajo matrimonio con la actriz de teatro Ida Peruzzi (a la que llamó siempre, cariñosamente, "Aida", como la heroína de Verdi). Ese mismo año nació la primera hija del matrimonio, Fatima, a la que siguieron tres varones, Nadir (1894), Romero (1898) y Omar (1900). También en 1892 el escritor trasladó su residencia a Turín, donde trabajó para la editorial Speirani, especializada en novelas juveniles. En 1898 el editor Donath convenció a Salgari para que se mudase a Génova, donde trabó amistad con el que sería el más destacado ilustrador de su obra, Giuseppe "Pipein" Gamba. En 1900 regresó a Turín. Las circunstancias económicas de la familia se fueron haciendo cada vez más difíciles, a pesar del trabajo incansable de Salgari para mantener un respetable decoro burgués. En 1907 cesó su contrato con Donath y pasó a trabajar para la editorial Bemporad, para la cual escribiría, hasta su muerte en 1911, un total de diecinueve novelas. Su éxito entre el público juvenil fue creciendo, llegando algunas de sus novelas a alcanzar tiradas de 100.000 ejemplares. Sin embargo, su desequilibrio psíquico y la locura de su esposa, que tuvo que ser internada en el psiquiátrico de Collegno, cerca de Turín, le condujeron al suicidio. Después de un intento fallido, en 1909, se quitó la vida, abriéndose el vientre con un cuchillo según el rito japonés del Seppuku, el 25 de abril de 1911. Dejó escritas tres cartas, dirigidas respectivamente a sus hijos, a sus editores y a los directores de los periódicos de Turín. La carta a sus editores fue suficientemente elocuente:
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