Escritora, periodista y activista cultural. Nació en el año 1945 en Tenerife y falleció el 20 de octubre de 2007 en Las Palmas de Gran Canaria. Estudió Ciencias de la información. Formó parte de la Redacción del diario Canarias 7, donde no dejó de colaborar.Desde el año 1987 trabajaba en Televisión Española en Canarias, TVEC, donde ha sido editora, guionista y redactora de Cultura.
También fue corresponsal de los diarios El País, Diario de Las Palmas y La Gaceta de Canarias. Colaboró en diversas revistas, tales como Quimera, El viejo topo, El urogallo, Disenso, Alharafish, La plazuela de las letras o Cuadernos del Ateneo de La Laguna.
Impartía talleres de escritura creativa en instituciones como la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Biblioteca Pública Insular y la sala Ámbito Cultura del Corte Inglés.
Entre sus obras figuran las tituladas "Channel número cinco" (1985); "Daiquiri y otros cuentos" (1987); "Basora" (1989); "Alejandra me mira" (1990); "Azalea" (1994), que recibió el Premio Atlántico de Literatura Infantil; "Siete Lunas" (2002); "Veranos Mortales" (2005); y "Eva, el paraíso y otros territorios" (2006).
La poesía, la narrativa y la literatura infantil son sus principales ocupaciones literarias, aunque ha realizado alguna que otra incursión en la escritura teatral con obras como Apúrate, que llegas tarde, sobre el espinoso tema del acoso escolar.
Sus dos últimos volúmenes publicados, que salieron de la imprenta hace un mes, llegaron justo a tiempo para que su creadora pudiera verlos y dedicárselos a sus seres queridos. Ficciones mínimas es un conjunto de microrrelatos, género vinculado «con las greguerías, el juego de palabras, el non sense y la literatura del absurdo de raíz dadaísta», tal y como explica la propia autora en el prólogo de su obra. Una obra colmada de sentido de humor, de alusiones a una vida contemporánea dirigida por el registro de las llamadas en los teléfonos móviles, de divertidos guiños a grandes autores y grandes ficciones de la historia de la literatura universal («Nunca más vuelvas a tirarte al tren. Mira Ana, que no hay Karenin que lo merezca»), y también de referencias a las relaciones de pareja, a cuestiones de brujería y a la muerte. El volumen, de 152 páginas, se estructura en varios bloques temáticos: «Plan para exterminar palomas», «Tienda de antigüedades», «Fui bruja posesa», «Desvío de llamadas», «Esperando a los bárbaros», «Finales felices» y «La vida secreta de los callejones».
Mientras tanto, en su poemario Una vida imaginada, Dolores Campos-Herrero evoca su infancia feliz, se pregunta -como si el peso del cansancio se hubiera apoderado de ella- si alguna vez fue joven, y se pasea con soltura por la cotidianeidad de la existencia, observando todo lo que encuentra a su alrededor y deteniéndose en detalles extraños, algunos de ellos premonitorios: «Se leen cosas muy raras / en los baños públicos. ‘Ven, muerte, te espero /desesperada’». Y es que la obra está llena de nítidos presagios y malos augurios: «Las maletas preparadas / para el viaje próximo»; «Pasará la vida / como una rápida canción / que nunca acaba»); «La sola idea de la catástrofe / me hace temblar/ ¿Acaso debo temer / que se produzca, así, sin más, por la simple fuerza / de mis miedos?». También la autora reflexiona sobre su vida y su inefable destino: «Razonablemente feliz /era su vida, / (…)/ hasta que descubrió, oh, qué dolor/ no se lo digas, / que hay destinos terribles. Callejones sucios. / Esas cosas desnudas con las /que el azar y las desgracias / nos atacan siempre».
¿Y por qué nombramos hoy a Dolores Campos Herrero? Les invitamos a seguir el siguiente pos que aparece en esta página para que lo descubran.
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