Reina del cielo,
madre de amores,
hoy a tus plantas
traemos flores.
Y te pedimos,
Virgen hermosa,
que nos atiendas
en una cosa.
Dice mi madre
que aquí en la Tierra
sufre el peligro
de nueva guerra.
Y quiere el Papa
que niños buenos
la paz pidamos
y a ti roguemos.
¡Oh, Virgen pura!
que a la inocencia
tu amor escucha
con preferencia.
Atiende, madre,
lo que hoy pedimos;
pues confiamos
en tu cariño.
Haz que reine Cristo
en los corazones,
y su paz y su amor vengan
pronto a las naciones.
Que le conozcan
todas las almas,
y no habrá guerra,
ni lucha de armas.
Guarda esta Patria
que es la tuya.
¡Oh, Virgen bella!
que en el Pilar tomaste
posesión de ella.
Recordad que ella
siempre con sus misiones,
es la que a Cristo conquista
más corazones.
No miréis los defectos
que hoy nos la empañan,
por la flor que traemos:
¡salvad al mundo!,
¡salvad a España!
Victoria Cabrerizo,
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