martes, 28 de agosto de 2007

Fallece Francisco Umbral




El mundo de las letras y el periodismo ha perdido a una de sus grandes figuras. Francisco Umbral fallecía la pasada madrugada a sus 72 años en el hospital madrileño Montepríncipe Boadilla del monte tras un fallo cardiorrespiratorio.

Destacó por sus columnas en el periódico "El Mundo" y fue autor de numerosos libros. Su fuerte carácter, sus grandes gafas de pasta y su voz profunda le caracterizaron y fue considerado una de las figuras más relevantes de la literatura contemporánea española. Así lo demuestran dos grandes premios, Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1996 y Premio Cervantes en 2000.

Nosotros, amantes de las letras no podíamos dejar pasar este día sin recordarle y dar nuestras condolencias a su familia así como a todo el mundo de las letras.

Leamos unas letras suyas como pequeño homenaje. Esta es una de las columnas que publicaba de lunes a sábado en el periódico El Mundo.



Sábado, 19 de diciembre de 1998

LOS PLACERES Y LOS DIAS

FRANCISCO UMBRAL

Aquella guerra

La otra noche estrenaron en la Gran Vía un largometraje de Antonio Mercero que seguramente es lo mejor de su carrera. A Mercero le conoce el gran público, sobre todo, por series televisivas como Farmacia de guardia y por un corto inolvidable, La cabina, con López-Vázquez (inolvidable por su calidad y porque se repone mucho). Géneros un poco marginales, en fin, pero que nos dan un gran director de comedia, rosa o negra, y de ahí el que Mercero haya hecho muy bien la «comedia» del Madrid en guerra, hilando con puntadas de costumbrismo y buen ingenio el dramatismo del eterno conflicto nacional (o internacional, según).

La salvación de los cuadros del Prado, bajo el bombardeo de Franco, salvación debida a Azaña y Rafael Alberti, le ha sugerido a Mercero una historia de pasión republicana muy bien iconizada en Goya, sus Fusilamientos y su autorretrato, todo ello visto (he aquí el gran hallazgo) por un subalterno del Museo que ama a Goya y todo lo que representa como pueblo español en armas (1808/1936). Gabino Diego hace este personaje con perfecta adaptación física y actoral. La salida sigilosa de Las Meninas, El caballero de la mano al pecho, Los fusilamientos, etc., tiene grandeza procesional. Y luego todo sigue al hilo del autorretrato de Goya, salvado por el subalterno. La cotidianidad de la guerra, el costumbrismo de la guerra, con momentos muy «madrileños» y momentos muy dramáticos, son cosa que nos da Mercero con su maestría para la comedia, siempre humanizada y minuciosa en él.

La ternura nos viene ofrecida por el abuelo, el sabio y veterano Luis Cuenca, y por el nieto, Javier González, de unos seis o siete años, que hace un minianarquista lleno de toda la expresividad que Mercero sabe obtener de los niños. A la salida tuve el honor de dar la mano a este diminuto miliciano de la FAI y la CNT.


Al estreno asistió doña Ana Botella, que vio la película no sé desde qué lado. La hora de los valientes no es un buen título, pero la película lo carga de contenido. Una cierta ambigüedad en las escenas de costumbrismo bélico (quema de imágenes religiosas) le permitió decirme a un amigo escritor:

- Es mi tesis, lo que yo sostengo: que en los dos lados se hicieron barbaridades.

Bueno ¿pero quién inició la gran barbaridad? El general Franco con otros generales y algunos banqueros. El golpe de Estado, la militarada. Más el fascismo incipiente de los años treinta, como queda claro en la escena que prácticamente cierra la película, escena que participa del alegorismo goyesco y la estética del cine de nazis. ¿Por qué esta casi rutina de seguir haciendo películas sobre la guerra civil? Si lo miramos históricamente, porque la guerra no se ha cerrado (acuchillamiento en el Vicente Calderón). Si lo miramos literariamente, porque la guerra civil es el gran tema que tenemos los españoles de este siglo, un tema fecundo, hondo y siempre trascendente, de mucha riqueza humana y mucho costumbrismo dramático. Incluso Buero Vallejo va a estrenar otra obra sobre la guerra, y también de tema pictórico.

Si esta película la hubiese hecho Berlanga sería un poco más intencionada. Si la hubiese hecho Bardem, sería definitivamente una denuncia hecha con arte, pero sin concesiones. Querido Fernando, eso de que «en los dos bandos», etc., está ya un poco pasado.

No hay comentarios: